jueves, 28 de julio de 2011

El talento de Mr. Ripley (Patricia Highsmith)

Seguro que alguno de vosotros ha visto la película que está basada en este libro. Yo no, pero lo haré. La historia de Ripley me ha cautivado tanto que tendré que hacerme con ese film para revivirla. Tom Ripley es un joven sin apenas pasado, de dudoso presente y, por supuesto, sin futuro ninguno. Cuando el padre de un conocido suyo le encarga la misión de viajar a Europa para convencer a su hijo de que vuelva a casa, Tom ve el cielo abierto: se trata de una oportunidad de escapar de una existencia miserable que él nunca deseó y que parece no tener arreglo.

Es así como comienza esta historia de aventuras, viajes, misterio, intriga, policías…  que nos lleva a conocer a un personaje complejo, tanto que aún leyendo la historia tienes la sensación de no acabar de conocerle completamente. A veces me sucede eso cuando creo conocer a alguien pero sé que hay algo que se me escapa, pero nunca me había pasado con un personaje de novela…



Encontré este libro mientras hacía la maleta camino de la playa. Furiosa, miraba las estanterías en busca de volúmenes que irían derechos a la maleta. Mi furia tenía varios nombres, entre ellos: “¿qué libros me llevo?”, “¿tenemos alguno allí?”, “Papá, ¿cuáles te llevas tú?” Cada año es una batalla sin tregua: quiero leer tanto que me avergüenza decirles a mis padres los libros que llevo, les parezco una exagerada, pero ellos también tienen lo suyo…; abrimos una bolsa de deporte, sólo para los libros, ahí no cabe nada más; hacemos esfuerzos por ver si entre todos llevamos libros que gusten a toda la familia, así yo leo el que mi hermana acaba de terminar, y mi madre el que mi padre le ha recomendado, mientras él empieza el que yo he finiquitado en la siesta. Pero las intenciones de ahorro de espacio en el maletero son en vano, y al final acabamos llevando más de una docena y, a los quince días, entrando en la tienda de libros más cercana. Doy gracias a Dios por mis padres, ávidos lectores, que me han sabido transmitir el valor de pasar de largo por el escaparate de Zara y detenerme en el de La Casa del Libro.

Como decía, encontré este libro escondido entre otros dos más gordos. Me había acostumbrado a su presencia y ya no lo percibía. Lo abrí. Me di cuenta de que lo había comprado en febrero del año 2007. Cuando acabo los exámenes tengo la costumbre de ir de paseo a la Cuesta de Moyano, un lugar de Madrid donde se compran y venden libros y del cual ya he hablado un poco en otra ocasión. Allí fue donde, hace cuatro años, yo compré este libro para vengarme de todo lo que no había podido leer mientras estudiaba. Aún no lo había leído.

Lástima, porque me ha parecido un libro muy recomendable. El relax de las vacaciones me ha permitido leerlo en tres escasos días, aunque sospecho que si lo hubiera leído en tiempo de trabajo me hubiera mantenido absorta de todas maneras. Aún así, agradezco la continuidad que supone poder leer algo casi de corrido, y no poniendo el marcapáginas en cada capítulo, porque tres páginas es lo máximo que aguantan mis ojos tras un día de estudio.

Por si no ha quedado claro, o si no me explicado bien, el libro me ha gustado mucho, y se lo recomiendo a los que amen las novelas de intriga y misterio, las novelas policíacas o negras. También si nunca habéis experimentado que el personaje protagonista se os escape de las manos y rehúya vuestra presencia como si fuerais agentes de la CIA a punto de descubrir el pastel.

Incluso (voy a verbalizar esto por primera vez) creo poder decir, con total seguridad, que nunca antes, en todo lo que he leído, un personaje protagonista me ha caído mal. He odiado a personajes secundarios en más de una ocasión, casi como si la cosa fuese personal (por unos días siempre es personal), y he manifestado abiertamente la poca simpatía que he tenido invariablemente por el antagonista de la novela en cuestión, por el malo de la película o el que canta las cuarenta al héroe. Sin ellos, en cambio, no hay conflicto, no hay nada interesante, y entonces no hay historia, y en ese caso no hay novela, porque nadie la quiere escribir. Hacen falta los dos, y parece que hay un equilibrio, una especie de línea que guía todas las creaciones. Ambos conviven para que yo pueda disfrutar, aunque siempre dentro de un orden.

Pero ¿qué pasa cuando no te cae bien la persona que acapara cada palabra de la obra? Yo siempre voy con “el bueno”, y las historias, en su mayoría, les toman a ellos como protagonistas, como los que han de enseñar a los lectores cuál es la “moraleja” o la enseñanza de lo que acaban de leer. ¿Qué pasa si me rompen los esquemas, si el protagonista no se ha ganado ni por un momento mi simpatía, si ni siquiera busca caerme bien? Curioso, mucho. Ha sido una sensación chocante, pero nueva, y por eso me ha encantado. 

5 comentarios:

  1. Leí este libro hace muuucho tiempo y me gustó mucho. Sobre todo porque me pasó como a ti. El protagonista te tiene que caer mal a la fuerza. La película aún no la he visto, así que voy a tener que buscarla también.
    Besotes!!!

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  2. Lo tengo por casa desde hace unos meses que me lo regalaron. No he visto la película, pero viendo tu reseña me han entrado ganas de leerlo. En cuanto termine con unos libros pendientes lo leeré. Besos

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  3. La reflexión invita a hacerse con él, y como tal, lo pongo en lista. Por cierto que esa lista ya ha pasado al papel, en vista de que en mi cabeza se me cruzaban los títulos sin orden ni concierto.

    De toda la reseña, reconozco que las palabras que más me han marcado han sido "Doy gracias a Dios por mis padres, ávidos lectores, que me han sabido transmitir el valor de pasar de largo por el escaparate de Zara y detenerme en el de La Casa del Libro." Hoy me siento un poco más afortunado por leerte, porque veo que vales un poco más aún de lo que ya estimaba. Y de tus padres creo que no puedo decir menos. En mi vida hice un viaje con mis padres y nos enfrentamos al dilema de qué libros llevarnos. Tan solo mi madre, tanto como le permite tiempo y su nivel de estudios, se mantiene fiel a algun libro cuya lectura a veces se extiende durante meses. Mi padre solo ve en ellos una inversión inutil en tiempo y dinero, por lo que pasa de largo, al igual que mi hermano. Ellos se lo pierden.

    Regresando al libro, me anima especialmente a leerlo esa experiencia que comentas acerca de la actitud frente al carácter y los sentimientos del personaje. Hasta ahora me he sentido identificado con ellos en mayor o menor, pero nunca he llegado a verlos más como a un enemigo.

    Un abrazo y gracias por esta reflexión!

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  4. ¡Hola a todos!
    Al hilo de esta reseña os comento que hace unos días leí un artículo de una revista de mi abuela de hace algunos meses sobre Patricia Highsmith. En esa publicación siempre dedican dos páginas a "Vidas interesantes" y esa semana le tocó a ella.
    Resulta que durante su vida escribió 20 novelas y al parecer, de todas ellas siempre prefirió el personaje de Ripley por ser con el que más se identificaba. El artículo decía que incluso ella vestía igual que él (o él igual que ella...).
    Hay otros tres o cuatro libros más en los que la autora sigue desarrollando el personaje, y no descarto buscar alguno.
    Pensé que os podía interesar.
    ¡Un abrazo a todos!

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  5. Esta obra no me gustó porque, a mi modesto entender, nunca funciona como novela policíaca. Los policías parecen ser tontos, demasiado estúpidos y esto le resta verosimilitud al conjunto del relato.

    Ripley se pasea a su antojo por las páginas del libro y los burla a todos, incluso rizando el rizo, jugando con su suerte. Ninguno de sus amigos y contrincantes llega a atisbar mínimamente lo que sucede. No logré conectar con la novela ni entender su sentido (qué demonios quiere comunicar la autora).

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