lunes, 6 de febrero de 2012

Cinco horas con Mario (Miguel Delibes)


"Prendiste mi corazón, hermana, esposa, prendiste mi corazón en una de tus miradas, en una de las perlas de tu collar, y sí, todo eso estará muy bien, Mario, que no lo discuto pero dime una cosa, anda, por favor, ¿por qué no me leíste nunca tus versos ni me dijiste tan siquiera que los hacías? De no ser por Elviro, yo en la inopia, fíjate, pero es que ni idea, y luego resulta que hacías versos y Elviro me dijo que una vez dedicaste uno a mis ojos, ¡qué ilusión! Me lo dijo Elviro, ya ves, un día, sin venir a cuento, me dijo: "¿te lee Mario sus versos?", y yo en la luna, "¿qué versos?", y él, entonces, me lo dijo, te lo juro, "conociéndote no me choca que haya dedicado uno a tus ojos", que yo me puse colorada y todo, pero por la noche, cuando te los pedí, tú que nones, "debilidades, son blandos y sentimentales", que no sé a qué ton tenéis ahora tanta ojeriza a los sentimientos, hijo, que me sentó como un tiro tu desconfianza, para que lo sepas, y por más que insistí, que esos versos no eran para los demás, mira tú qué salida, como si se pudiera escribir para nadie".


Una vez que se ha ido todos los que quisieron despedirse de Mario y darle el pésame a ella, Carmen decide pasar la noche sola, velando a su difunto marido. Insisten en que no sea así, pero ella insiste más, hasta que puede pasar allí las últimas horas que podrá compartir con su compañero de vida. Cuando se ve libre de la presencia de tanta gente, Carmen comienza un monólogo sin fin en el que repasa la que fue su vida con su marido, que sigue vivo, en tiempo presente y de tú a tú, sin dejar un cabo suelto... ni títere con cabeza. Cinco horas de noche y de conversación, que no de diálogo, para contarle a Mario todo lo que no le contó en vida. 




Al hilo del subrayado que Mario fue haciendo en su Biblia de cabecera, Carmen, que va leyendo esos fragmentos intrigada por saber qué se le pasaba por la cabeza a su marido, saca de sí lo que tantos años de matrimonio le han dejado, a modo de poso, en el corazón. Es así como le echa en cara todo lo que le chirría desde que se conocieron: la casa en la que viven, su noviazgo, la educación que le ha dado a sus hijos, la profesión a la que decidió dedicar su vida, la poca ambición que tuvo siempre, los tochos infumables que se dedicó a escribir... El nivel de sinceridad es tal que le reprocha detalles de su intimidad conyugal, algo que lleva clavado en el alma y que no le perdonará jamás. 

Miguel Delibes nos presenta una Carmen producto de su época: santa, católica, apostólica, preocupada por el qué dirán (qué dirán del suéter que eligió tu hijo para el velatorio, qué dirán de tu bicicleta, que dirán de que sólo tenga una criada...) y por las apariencias. De opiniones firmes, no se deja amilanar por los que tienen otras, sean las que sean, porque para Carmen lo que tiene que ser, es, y punto. O por lo menos es así ahora, a puerta cerrada, y cuando sólo "escucha" Mario, y eso que escuchar, lo que se dice escuchar... 

Lola Herrera
Comencé a leer esta novela en Navidad, y he de confesar que se me ha hecho muy larga. La curiosidad podía conmigo y quería saber qué era eso de una mujer que velaba a su marido en un interminable monólogo. Durante años quise adentrarme en este libro, que estaba en la estantería de arriba, en el cuarto de estar, hasta que en diciembre le miré bien y le bajé. Tengo que reconocer que la historia merece la pena, la puesta en escena es tremendamente original y el retrato de la época escalofriante y certero (por lo que puedo comparar entre familiares que lo vivieron). Otra cosa es que el estilo literario es coloquial, escrito según hablaría cualquiera, con frases infinitas, separadas por comas, y comas, y más comas... un estilo que a mí, personalmente, me agota. 

Tal esfuerzo me suponía leer que continuamente imaginaba a Lola Herrera representando la obra en escena, cosa que me perdí porque entonces yo no tenía interés en esto. Y es que ese estilo dialogado no exigía lectura, sino representación. Natalia Millán cogió el relevo recientemente, y me aventuro a decir, por lo poco que la conozco (no personalmente, se entiende, sino en las tablas), que será digna sucesora de quien se ha puesto en la piel de Carmen durante décadas. 

Miguel Delibes (elmundo.es)
No sé si volveré a leer a Delibes en algún momento de mi vida. Me gusta pensar que sí, que quizá algún día yo tenga entendimiento suficiente para poder enfrentarme a otro libro suyo. A día de hoy, con éste y Los santos inocentes en mi haber, tengo más que de sobra. Me encanta que se le tenga muy considerado como escritor, porque seguro que lo merece, pero a mí no me gusta especialmente. 

9 comentarios:

  1. Yo creo que este libro lo leí en el instituto pero ya no lo recuerdo practicamente y ahora mismo no me apetece repetir su lectura, lo veo demasiado denso
    un beso!

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  2. Qué ganas le tengo. "El camino" me maravilló y no veo el momento de volver a leer a este gran escritor. No sé si antes que éste me adentraré en "La sombra del ciprés es alargada", ya veremos.

    Un saludito.

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  3. Hola! Te has pasado por mi blog y yo me paso por el tuyo. Me gusta mucho el estilo que tienes. Veo que lees sobre todo clásicos, algo que me llama la atención puesto que la mayoría de blogueros no nos dedicamos mucho a ellos. Algo imperdonable, yo la primera, la verdad. Hay que leer más clásicos, aunque no nos den tantas visitas. El mes que viene tengo previsto leer 'Viento del este, viento del oeste', que si bien no es un clásico en toda regla, se le va pareciendo mucho.
    Un saludo. Me afilio a tu blog.

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  4. Yo solo he leido esta obra de Delibes, pero al contrario que a ti me encantó. Hacia años que me lo recomendaban, pero nunca me animaba. Despues me arrepentí de no haberlo hecho antes.Besos, Silvia.

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  5. A mí me encantó este libro. Pero con Delibes creo que no soy muy objetiva, que es uno de mis autores favoritos. No hay libro de él que no me haya gustado.
    Besotes!!!

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  6. Yo sólo he leído "mujer de rojo sobre fondo gris" y me gustó bastante. Este no lo he leído, pero no termino de decidirme, siempre me dicen que es bastante duro y que aburre un poquito. Seguramente algún día acabaré leyendolo.
    Besos

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  7. Hace mucho tiempo que leí este libro y recuerdo que me encantó, pero me pasa como a Margari, que todo lo de Delibes me gusta mucho. Es de mis autores favoritos.
    Besos

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  8. Hola a todos!
    Contesto a trocitos, porque así es más sencillo:

    Tatty y Margaramón: sí que es verdad que el libro es un poco denso, por eso que os comento de que tiene un estilo muy suyo. Pero no aburre en absoluto porque la historia es muy buena.

    Xavier Beltrán, Margari y Margaramón: ¡veo que os encanta y que sois seguidores de Delibes! Eso me gusta porque me da otro punto de vista. La verdad es que hay títulos que me tientan porque son casi clásicos, y yo con los clásicos... jajaja. ¡Quizá algún día!

    La Vieja Encina: lo cierto es que la historia que cuenta el libro me gustó mucho, la única cosa que se me hizo un poco cuesta arriba fue el estilo literario del propio autor. Supongo que unos leemos unas cosas con más fluidez que otras. Yo, por suerte o por desgracia (y creo que por gajes del oficio) aprecio mucho una escritura fluida, que me permita descansar el cerebro. Pero no me refiero a un argumento simple, ni a un libro carente de estilo por completo, sino a algo más espaciado, más ligero a la vista, que se deslice por los ojos sin esfuerzo... No sé si me explico.

    Azalea Real: muchas gracias por venir, y bienvenida. Me pasé por tu blog y me gustó mucho, así que me quedé. Respecto a lo de los clásicos, sí, lo admito. Cuando leí tu comentario pensé que no, pero luego repasé los libros que he leído y los que más me han gustado y... sí, me rindo a la evidencia.

    ¡¡Un abrazo a todos, y gracias por vuestros comentarios!!

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  9. Un libro que leí durante mis estudios y que recuerdo que me encantó; quizá sería bueno que sacara un ratito para releerlo y volver a saborearlo

    un beso

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