De entre mis ocupaciones actuales, mi favorita es pensar qué libros voy a leer próximamente. Así que hace unos días, mientras estudiaba, decidí dar una oportunidad a la célebre Jane Austen. No era mi primer intento ya que en mi adolescencia abrí por primera vez uno de sus libros, el cual cerré apenas tres o cuatro capítulos después por falta de interés (el mío).
Sentido y sensibilidad es un retrato de una época en la que los miembros de la aristocracia (y de la no aristocracia) inglesa llevaban a cabo eso que en España llamamos “vivir de las rentas” literalmente o “no dar un palo al agua”. No trabajar y vivir con “las comodidades más imprescindibles” son el tema constante y recurrente de la novela, y la máxima aspiración de todos y cada uno de los personajes. Elinor y Marianne, las dos protagonistas, viven en ese mundo de fiestas, bailes, invitaciones a casas de amigos a pasar temporadas… un sinfín de ocasiones de no hacer nada y lucir lo mejor posible para pescar marido.
Se ve que Jane Austen era culta, y por lo menos sabía matemáticas. Más de una vez tuve que hacer cuentas mentales para ver porqué decía que las rentas de un determinado matrimonio eran 300 libras anuales por que las cuentas no me salían. Resulta casi imposible no sacar un papel y un lápiz y ponerse a sumar el dinero de que dispondría una pareja para vivir si la madre del marido no cede unas tierras. Así de detallada y de repetitiva resulta la conversación de algunos personajes en algunos pasajes del libro.
Y sin embargo, aunque pueda parecer que los párrafos anteriores nos conducen a una novela insulsa y sin sentido, no es así. Se trata de una novela de época, de una determinada época, lo que quiere decir que no se puede descontextualizar bajo ningún concepto. En esos momentos (principios del siglo XIX) era toda una cultura el saber casar bien a las hijas y conocidas, el darse a conocer en sociedad, el convertirse en una señorita con la que diera gusto conversar… Esta novela no es más que un retrato de una época de la que, incluso, podamos aprender algo.
Las jóvenes que retrata Austen están preocupadas por ser cultas, por leer, por estudiar y aprender a tocar un instrumento. ¿Hay alguien así hoy en día? ¿Alguno de los adolescentes que conocemos desprecia el resto de entretenimientos para meter las narices en un libro o escuchar a Bach? Los hay, por supuesto, y yo tengo la suerte de conocer a algunos, pero puedo asegurar que son muy pocos los que se comportan así, son muy escasos los jóvenes que quieren saber más y no ponen cara de merluza delante de los textos, la poesía o la música que es consideradas “cultura general” (yo prefiero decir “imprescindible”).
Hoy las redes sociales nos invaden la casa, es culto el que conoce la actualidad social (y con esto no me refiero a quien lee el periódico, sino a quien ve los programas de cotilleo y chabacanería que emiten ciertas televisiones después de comer). Si no sabes quién es la enésima choni salida de la enésima edición de un reality show no eres nadie. Qué distintas, en cambio, las motivaciones de Elinor y Marianne, que desean estudiar para saber hablar de cosas interesantes con sus conocidos y no parecer unas cabezas huecas. ¿Hay alguna motivación mejor para seguir aprendiendo que el propio hecho de aprender, de no seguir en la más absoluta ignorancia?
Es inevitable decir que se trata de una novela de amores, de enredos, de polos opuestos. Cuando la abres ya sabes lo que te vas a encontrar, más aún si has visto la adaptación cinematográfica (Kate Husdon, Emma Thompson) de ésta en concreto o de alguna de las otras novelas de la autora, pero eso no quiere decir que no haya sorpresas. Lo que más me sorprendió a mí es que la novela engancha, quieres seguir leyendo para ver qué pasa, para saber porqué un determinado personaje ha dicho lo que ha dicho, o porqué se ha comportado de una determinada manera. Nada es lo que parece y todo tiene su explicación… pero la razón de todo está unas páginas más adelante.
Intentado analizar el porqué de esta sorpresa llegué a la conclusión de que por esa razón son buenas novelas, aunque ahora nos pillen fuera de contexto. Por esa razón son clásicos.
Gran autora, ¿verdad? Muy moderna para su época y con mucho que enseñar.
ResponderEliminarY estupenda tu reflexión sobre seguir aprendiendo. Por suerte, aunque hay mucha gente que no valora lo que tú llamas "cultura imprescindible", otra gran cantidad sí lo hace y eso es bueno y esperanzador.
Un abrazo.
Coincido contigo, Matilda, en los dos aspectos de tu comentario. Es una gran autora y moderna para su tiempo. De ella también he leído "La Abadía de Northanger", que fue su primera novela. No se la publicaron hasta después de su muerte, cuando ya tenía publicadas unas cuantas más. Resulta ser una crítica a todo el estilo que posteriormente ella desarrollará en sus novelas, así que sí quieres leerlo te lo recomiendo. Es sencillo, directo, y nada que ver con los demás.
ResponderEliminarPor otra parte, sí, no hay que perder la esperanza, aunque haya mucho "merluzo" por ahí hay que saber apreciar a la gente que aún ama lo hermoso.
Un abrazo, y gracias por venir.
Esta novela está en mi lista por leer, en sí, toda la obra de Austen. Que porcierto, ayer en una librería vi varios de sus libros a muy buen precio.
ResponderEliminarCoincido con tu comentario, en muchas ocasiones si no estás con la información de qué es lo que pasa en el mundo del espectáculo, al cual llamo superficial, no estás en la misma linea. Pero por otro lado, el no estar en esa linea, da cierta autonomía.
Saludos. Lindo tu blog
HOla!
ResponderEliminarMe alegro de que te hayas animado a hacer un blog sólo con reseñas, jeje.
En cuanto al libro, está en mi lista infinita; no he leído a Jane Austen todavía, pero tengo muchas ganas. Y también de ver las adaptaciones del cine (pero eso después). En fin, a mí también me parece que antes eran todos más cultos, finos y educados... es una pena que se pierda :(
Saludos!!
Gracias Lu e Isi por pasaros por aquí.
ResponderEliminarLo dicho, recomiendo esta novela por que es un clásico (adoro los clásicos).
¡Un saludo!
Bueno, no he leído nada de Jane Austen, confieso, aunque sí vi esta peli y aunque no me gustó tanto como otras de época, es una delicia ver películas tan bien hechas y ambientadas. A parte de que las protagonistas son unas actrices excelentes, a mi parecer.
ResponderEliminarUn saludo.
Sue, la película está entre mi lista de "pendientes", pero viendo que dices que está bien hecha la pondré en la de "urgentes". También quiero ver Orgullo y prejuicio... por el señor Darcy :P
ResponderEliminarTantas y tantas cosas me vienen a la cabeza que no sé por dónde empezar. Además me arriesgo, como ya me ha pasado en alguna ocasión, a superar el límite de caractéres del comentario y que me haga meter tijera después. Ha sido una grata sorpresa encontrar este rincón. Ya en los comentarios que has dejado en mi blog tu prosa deja claro que eres de esas personas que a uno le gustaría encontrarse en cualquier lugar y bajo cualquier aspecto. Hace días entré en tu otro blog, pero aún ando buscando el rato de calma para empezar a leer textos tranquilamente, pues creo que merecen esa lectura pausada. Estoy trabajando ahora mismo, pero aún así la curiosidad me ha empujado a dejarme caer por aquí, y, alehop, me sorprendes con un blog... sobre literatura!
ResponderEliminarNo he leído nada hasta ahora de Jean Austen -ni de tantos otros, maldita sea-, pero por el resumen que ofreces creo que será otro texto más que añadir a la interminable lista de libros pendientes. Siempre dije que la vida eran dos días, por muchos motivos: para tratar de ser feliz, para tratar de aprovecharlos al máximo, para evitar todo aquello que pueda empañarlos... Lo peor que es que el paso del tiempo me revela que por mucho que corra, una vida jamás será suficiente para todo -valiente aquel que además, la desperdicia-. Los libros quizá sean la cumbre precisamente de esa idea. Constantemente van entrando en mi mundo autores y textos que ignoraba por completo o vagamente conocía, y que, tras leerlos, me hacen preguntarme por qué no acudí a ellos antes. En los últimos días me ha ocurrido con Julio Llamazares y su Tanta pasión para nada.
Volviendo a Austen, decirte que tus palabras me recuerdan a La dama de las camelias, del joven Dumas -creo que tenía 20 años cuando la escribió-. De forma similar a lo que fielmente relatas, la sociedad francesa del XIX, más concretamente la porción retratada en el libro, aspiraba precisamente a una vida cómoda basada en las rentas y cuyas máximas preocupaciones eran las reuniones sociales y las idas y venidas del amor. Disfruté mucho leyendo ese título -soy un romático, aunque a menudo me pese-, y supongo que más hubiera disfrutado si lo hubiera leído con quince años, cuando la vida era aún una caja de sorpresas por descubrir.
Y entrando en la crítica social que intercalas en ese texto, poco puedo decir que tu no hayas dicho ya. Hablas de cultura imprescindible, de la problemática de las redes sociales -útiles, sí, pero, ¿qué clase de uso se les está dando?-. No se nos inculca el conocimiento, sino que aprendamos a usar cosas y necesitar más cosas. Dónde quedarán los maestros de mi infancia de regla de madera.
La afición de las protagonistas hacia la cultura ha traído a mi cabeza la joven Ana Frank, quien según su diario no dejó de estudiar y de leer cuanto pudo -orgullosa además de ello- hasta sus últimos días.
Cierro mi comentario, no sin antes prometer fidelidad a este rincón de la red.
Un abrazo.