"Cuando yo nací, mi madre, que otras ligerezas por temor a mi padre no se permitía, incurría, como todas las madres de ella contemporáneas, en la liviandad de amar perdida e inútilmente, por cierto, a Clark Gable. El día de mi bautizo, e ignorante como era, se empeñó a media ceremonia en que tenía yo que llamarme Loquelvientosellevó, sugerencia esta que indignó, no sin causa, al párroco que oficiaba los ritos. La discusión degeneró en trifulca y mi madrina, que necesitaba los dos brazos para pegar a su marido, con el que andaba cada día a trompazo limpio, me dejó flotando en la pila bautismal, en cuyas aguas de fijo me habría ahogado si... Pero esto es ya otra historia que nos apartaría del rumbo narrativo que llevamos. De todas formas, el problema carece de sustancia, ya que mi verdadero y completo nombre sólo consta en los infalibles archivos de la DGS, siendo yo en la vida diaria más comúnmente apodado "chorizo", "rata", "mierda", "cagallón de tu padre" y otros epítetos cuya variedad y abundancia demuestran la inconmensurabilidad de la inventiva humana y el tesoro inagotable de nuestra lengua".
En un internado de élite de Barcelona una niña desaparece en plena noche cuando, a simple vista, es imposible que tal cosa haya sucedido. El personaje anónimo descrito arriba, paciente de un manicomio, recibe el encargo del Comisario Flores de resolver el complicado misterio a cambio de su libertad. El doctor Sugrañes, su referencia en el sanatorio, está de acuerdo en darle esta oportunidad para que demuestre que puede llevar una vida fuera de esas paredes.
A través de una aventura que dura apenas un par de días es como conocemos a un personaje entrañable que está tan loco como para estar internado, pero tan cuerdo como para ser capaz de desenredar el misterio de la niña desaparecida. Un hombre hecho a jirones de sí mismo y de otros, admirador del doctor Sugrañes, que le supervisa, y bebedor aficionado únicamente a la Pepsi-Cola.
Con esta pequeña novela de 1979 he conocido a Eduardo Mendoza, porque aunque de pequeña ya leí Sin noticias de Gurb, es ahora, de adulta, cuando creo que puedo acercarme más a él. Su estilo, que me ha parecido peculiar, ha hecho que a ratos esta novelita me gustara, por lo divertida que es y por la riquísima voz interior del protagonista, o me desagradara, por lo crudo de lo descrito. Y es que, pese al cariz cómico del asunto, Mendoza nos transporta a una Barcelona canalla sin ocultarnos temas como las drogas, la prostitución o el paupérrimo origen del personaje.
Te gustará si...
- no conoces a Eduardo Mendoza todavía. Con esta pequeña novela me ha picado la curiosidad por seguir leyendo más libros suyos.
- si leíste Sin noticias de Gurb y te reíste de lo lindo. En muchas páginas, empezando por la primera, este libro te hará reír.
- disfrutas con las novelas de misterio y además quieres un toque de humor inteligente.
Leí este libro hace muchiiiiiiiiiiiisimos años y no recuerdo casi nada de él. Tengo pendiente una relectura porque sé que me perdí en su día muchas cosas.
ResponderEliminarBesos!
Me pasa como a Narayani. Que lo leí hace muchísimo y sólo recuerdo que me gustó. Pero es un libro que tengo que leer de nuevo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Leí en el instituto "Sin noticias de Gurb" y me encantó. Hace poco leí "El enredo de la bolsa y la vida", la cuarta entrega de la serie de este detective y no está mal, pero tampoco me enganchó demasiado, quizás por empezar por la última novela.
ResponderEliminarBesos
¡¡Muchas gracias por vuestros comentarios!! Me alegra saber que Narayani y Margari lo han leído también. La verdad es que al no conocer el libro de antes no sabría si alguien se habría paseado por el...
ResponderEliminarMargaramon, la verdad es que yo quería leer "El enredo de la bolsa o la vida" cuando salió, pero al final no lo hice, y si me dices que tengo que empezar por el principio de la serie igual me lo pienso más.
Gracias por compartir.
Abrazos,